(artículo original en francés, aquí)
Willy Rizzo, "Picasso, época roja", Paris Match nº211, marzo abril 1953, impresión foto mecánica 35,2x52,5cm, col. Bibl. Forney
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Lectores de París Match o visitantes de exposiciones, ¿ se atreven ustedes a creer que podrán palpar la complejidad, la plenitud, el misterio del acto creativo, pictórico o estatuario, mirando una fotografía o una película del artista trabajando ? Esta exposición (En el taller, en el Petit Palais, hasta el 17 de julio) reducirá a la nada sus ilusiones. Verán artistas posando, seguros de sí mismos y de su talento, organizando su publicidad en bonito papel y controlando cuidadosamente su imagen; de Ingres gruñón a Picasso haciendo el payaso para Brassaï y a Koons de gimnasta desnudo (sin hablar del producto puramente marketing M. Moquet fotografiado por M.-P. Nègre para la Gazette Drouot describiendo su taller como "un lugar en donde, con las manos ocupadas, el orgasmo es posible" : sin comentarios). Verán pedidos, de una revista, de un editor, de una galería o del artista mismo, que corresponden a una lógica precisa, cuidadosamente preparada, y hecha para vender ilusión. Verán a Rodin haciendo que talla el mármol (algo que nunca hizo) y a Renoir con las manos deformadas por la artritis haciendo que pinta para Guitry que glorifica al genio francés en 1915, pero no verán a Fontana haciendo que corta el lienzo para Mulas, y es una pena que no esté en la exposición pues fue posiblemente el único fotógrafo capaz de mostrar la imposibilidad de fotografiar al artista trabajando. Después de Jasper Johns, decidió que ya no haría más fotos de pintores trabajando, reconociendo así toda la ambigüedad de la situación : " si él acepta, la imagen es de naturaleza puramente publicitaria, si lo rechaza y logro convencerlo, es un acto de violencia ".
Luigi Ghirri, el Taller de Giorgio Morandi en Boloña, 1989-90, prueba cromógena, 41,2x50,7cm, col. MEP
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Verán los talleres vacíos, fotografiados de improviso a la hora del almuerzo o cuidadosamente preparados para las tomas, en donde todo está hecho para que creamos en la presencia de un espíritu del lugar, sigiloso, en un genio que ha salido un momento o para siempre. Y la obra casi conceptual de Ghirri en casa de Morandi 25 años después de su muerte que es una maravilla. También lo es el inventario post-mortem de los expedientes coloreados de Lucien Hervé por el joven húngaro Illés Satkantyu (abajo).
Pierre Molinier, Molinier y su musa en el taller, 1955, impresión gelatina argéntica , 7,2x10cm, col: Fleiss (gal. 1900-2000); foto Etienne Taburet Entrevoirart
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Verán la sociabilidad del taller, lugar de apariencia tanto como de hacer y verán todos los mitos fundadores, vidriera, estufa y modelo. Verán entonces cantidad de modelos, cuerpos que se ofrecen a la mirada, también la "musa" de Molinier y una magnífica fotografía anónima de la ropa interior de la modelo; hasta un hombre desnudo posando para Lucienne Heuvelmans en la Villa Médicis en 1911 (¿ un debut ?; más abajo); verán las dulces obsesiones de Jeandel y aquellas más afirmadas de Carabin. Verán muchas manos de artistas, regusto impreciso, y hasta los zapatos de Riopelle. Sentirán como los invade la frustración al no poder acercarse más a ese misterio, y de atrapar solamente los epifenómenos.
Anónimo, La Ropa Interior de la Modelo, años 1930, impresión gelatino argéntica, 24x30cm, gal. F. Paviot |
¿ Serán las películas más aptas para permitir esta apropiación, para resolver este misterio ? Las de Guitry seguro que no, ni aquella fatal de Namuth (todo, excepto discreto, aunque no le guste a una de las comisarías-autoras) que fuerza a Pollock para que pinte sobre una mesa de vidrio por debajo de la cual él filma (no está en la exposición) y que le produce al artista una crisis de rabia ("¡I am not a fake!") y una recaída en el alcohol. Quizás El Misterio de Picasso de Clouzot (que no está en la exposición), puesta en escena teatralizada funcione, puesto que Picasso es un actor innato; pero el misterio, precisamente, subsiste. Sin duda también el de Gerard Rondeau sobre Rebeyrolle, que hay que ver de principio a fin (84 minutos), o la amistad, la confianza absoluta permitan entrever algo de ese misterio, acercarse un poco al genio del pintor.
Albert Harlingue, Lucienne Heuvelmans dans son atelier de la Villa Médicis à Rome, 1911, tirage gélatino-argentique, 17,9x12,9cm, coll. Roger Viollet PP
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Es tal vez cuando el artista se representa así mismo, él y su obra, que percibimos al fin algo de luz. Bruce Nauman caminando por su estudio vacío realiza una obra de verdad, reflexión sobre el espacio del taller muchísimo más fuerte que cualquier mirada exterior. Brancusi les niega a otros el derecho de fotografiar sus esculturas, aprende de Man Ray la técnica y realiza obras realmente originales que a Man Ray le parecen "borrosas o sobre expuestas, rayadas, manchadas...". Es verdad que Brancusï no es el único que guarda sus distancias, que se esconde y rechaza mostrarse, que teme la violación, la divulgación, la caída del velo protector. Son raros los artistas lo suficientemente seguros de si mismos para poder decir, como Picasso a Brassaï : "A través de sus fotografías yo veo mis esculturas con una mirada nueva."
Illés Sarkantyu, Contactos, 2007-12, impresión chorro de tinta 2015, 110x190cm, col. artista |
Para concluir tomo el epígrafe de uno de los capítulos del catálogo, una citación de André S. Labarthe : " Si ustedes está esperando que nosotros les mostremos al artista in fraganti inspiración, nos despedimos y vayan a ver en las otras cadenas si Dios existe, este programa no es para ustedes. "
Fotos del autor, excepto 2 & 3.
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