vendredi 11 avril 2025

David Claerbout, amo del tiempo


30 de marzo de 2025, por Lunettes Rouges

(Artículo original en francés, aquí)


David Claerbout, Backwards Growing Tree (Study Winter and Snow falling to the Sky), 2024, tinta, pastely gouache sobre papel Canson Montval,76x120cm


Cotejando los Nenúfares de Monet en el Museo de la Orangerie, David Claerbout propone (hasta el 9 de junio) tres lecturas del tiempo, tres desplazamientos que de diferentes maneras perturban al espectador, lo fascinan y le abren la mirada. Basándose en esta citación de Monet: «Quiero pintar el aire en el cual está el puente, la casa, el barco. La belleza del aire en el que se encuentran, y no es otra cosa que lo imposible». Claerbout presenta primero en una pantalla pequeña de televisión, Boom (árbol), un video de 18 minutos que data de 1996, sin sonido, en el que tranquilamente vemos los ligeros movimientos del aire en las hojas de un árbol: entre ejercicio de meditación y aprendizaje de la permanencia. En la pared de enfrente, primero, creemos ver una fotografía dentro de una caja iluminada, otro árbol aparentemente inmóvil, hasta el momento en que leemos el título Backwards Growing Tree (árbol desarrollándose al revés) y se menciona una duración, 5 años. Se trata de un video de una duración de cinco años (2023 a 2018), y que proyectan al revés: el tiempo retrocede, el árbol rejuvenece, el viento sopla al revés, vuelan las gotas de lluvia, pero sólo un espectador atento y recurrente se dará cuenta, y sólo él podrá disfrutar de la renovación, de la negación de la muerte. En la sala de encima justo frente a los Nenúfares, ocho estudios en pastel y gouache vuelven a tomar el árbol al contrario del tiempo: en la de aquí arriba, en invierno, la nieve sube al cielo. 


David Claerbout, Birdcage, 2023, captura de pantalla


Pero los espectadores de la sala de abajo sólo miran distraídamente aquellas dos obras tranquilas, atraídos por el video espectacular que proyectan en una pared entera de la sala, Birdcage (pajarera): parece ser un bucle de unos quince minutos y en realidad dura una hora y treinta seis, y ahí también hay que estar muy atentos para identificar los cambios imperceptibles de un bucle al otro (el juego de los pájaros en el brocal, por ejemplo). La experiencia es sin duda diferente dependiendo del momento en el cual se llega: primero vi un trávelin apacible sobre un parque de flores espléndidas, con el piar de los pájaros y el rumor de los insectos en primer plano, una visión idílica e intemporal de la felicidad en el campo. 


David Claerbout, Birdcage, 2023, captura de pantalla


Después la cámara se desplaza sobre el césped hacia una casa solariega cuya escalinata da al parque, una mesa está puesta, única señal de presencia humana. Y en ese instante, sin el menor ruido, hay una explosión: una bola de fuego aparece en la escalinata, crece imperceptiblemente, luego acelera, una explosión silenciosa proyecta ladrillos hacia nosotros, un Big Bang nos envuelve, la cámara entra en una incandescencia que crece y devora toda la pantalla. Una violencia que nos recuerda su instalación reciente Wildfire, de la cual cuenta que creó digitalmente las imágenes de fuego hasta tal punto, que el sistema informático también se quemó. Pero que importa, uno se queda boquiabierto, e incluso con la sensación de calor sobre la piel. 


David Claerbout, Birdcage, 2023, captura de pantalla


En medio del incendio dos pájaros de fuego parece que se afrontan, en primer plano. De repente sus plumas incandescentes se transforman en yedra roja, la cámara sube a lo largo de ésta por la fachada intacta de la casa, el fuego ha desaparecido, los ruidos del bosque vuelven poco a poco. Se ven los árboles del parque, un pozo con patos, el mismo par de pájaros juega sobre el brocal. Las flores son bellas, el sol brilla, es como estar en una estampa. Todo está tranquilo y apacible hasta que otro trávelin se acerca a la casa y vuelve el incendio. 


David Claerbout, Birdcage, 2023, captura de pantalla


Es claro que aquí estamos ante un juego de ilusiones y alucinaciones visuales, entre realidad fotográfica y construcción virtual de la que somos los incautos. El espacio se construye en torno al tiempo y David Claerbout es el amo, como en Sunrise y Shadow Piece. Pero hace también el reinicio, el rejuvenecimiento del fénix, paso incesante de la calma al tumulto, de la vida a la muerte, de la catástrofe a la paz. Cuando se sale se recobra el aliento ante el gran Sam Francis, en la entrada de la Orangerie. 







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