vendredi 5 décembre 2025

Otro David


5 de diciembre de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Jacques-Louis David, Autorretrato, 1794, óleo sobre lienzo, 81x64cm, museo del Louvre


David neoclásico, claro que si; David pintor de lo antiguo, David retratista, David y La Consagración de Napoleón. Etc. Todo eso es verdad. Pero el interés de esta exposición en el Louvre (hasta el 26 de enero) es que no se satisface detallando esos temas conocidos y trillados, sino que permite explorar también otros aspectos de su pintura. Tomaré dos ejemplos, David revolucionario y David erótico.


Jacques-Louis David, La Muerte de Marat, 1793, óleo sobre lienzo, 165x128cm, Museos reales, Bruselas


En general no se insiste mucho sobre el compromiso revolucionario de David, no solamente en sus cuadros, tampoco en sus funciones cívicas. Él, que no aguantaba el Antiguo Régimen y su sistema paralizado, Academias y Salones, hasta el punto de intentar suicidarse después de su cuarto fracaso en el Grand Prix en 1773 (lo obtuvo al quinto intento en 1774), eligió rápidamente, pintar a hombres víctimas de las injusticias, descartados por el poder, reducidos a la mendicidad (Belisario en 1781) o un suicidio (Sócrates en 1787, año en que David entra en la Francmasonería) antes que la glorificación de los héroes vencedores de la Antigüedad. Otro ejemplo de su falta de conformismo con los valores de la época: es el primero (o uno de los primeros) que les abrió su taller a las mujeres (entre ellas Madame Benoist). Por tanto, cuando estalla la Revolución se compromete con pasión: amigo de Robespierre, diputado en la Convención (que preside brevemente), votó la muerte del rey (y su mujer pide el divorcio), presidente del Club de lo Jacobinos, miembro del Comité de Seguridad General durante el Terror, organizador de fiestas revolucionarias («obras de arte totales») y ceremonias fúnebres (para Peletier y Marat), su acción sobrepasa ampliamente el mundo artístico (hizo abolir las Academias y abrió los Salones para todo el mundo, contribuye en la creación del que será el Museo del Louvre, y en una palabra, tumba el sistema antiguo). No puede terminar el Juramento del Juego de pelota, pinta el Brutus condenando a sus hijos a muerte y al joven Bara idealizado en héroe antiguo, bosqueja une alegoría de la Revolución en Nantes; su retrato de Le Peletier de Saint-Fargeau (asesinado por un guardia del rey) será destruido por la hija del Convencional, una realista que reniega a su padre, y no queda sino un grabado. Cuando cae Robespierre, David es uno de sus pocos allegados que se libra de la guillotina, lo meten preso dos veces (y su ex mujer se vuelve a casar con él), en la cárcel realiza su autorretrato (arriba) y una serie de retratos de Convencionales derrotados. No volverá a la escena artística sino en 1880 con las Sabinas, un cuadro que al contrario de la fiebre revolucionaria, recomienda la paz antes que el sacrificio, un anti Brutus, y el retrato inacabado de Madame Récamier (a quien no le gustó verse representada fría y distante). Bajo el Imperio, ya sabemos que su carrera será floreciente, será desterrado en la Restauración y terminará su vida en exilio en Bruselas. 


Detalle de Jacques-Louis David, El Amor y Psique, 1817, Museo de arte de Cleveland 


Por otro lado, yo ignoraba que David era primo de Boucher. Vemos a David como a alguien mas bien austero y es grato ver algunas marcas de sensualidad erótica en su obra. En uno de sus primeros cuadros, el trágico y severo La Muerte de Séneca en 1773, un cuadro que el jurado del Grand Prix encontró teatral y frenético, aparece el bonito seno de una joven desnuda a la antigua, totalmente inconexo. Pero el más bonito ejemplo aquí es Amor y Psique (1817): frente a la belleza fría, recatada y artificial del cuadro de Gérard sobre el mismo tema y expuesto al lado, el lienzo de David muestra sin la mínima ambigüedad a dos jóvenes pos coito. El Amor evoca a Caravaggio (El Amor victorioso) con la misma sonrisa conquistadora. El brazo de él encierra el seno de ella, el brazo de ella roza el sexo de su amante. 


Jacques-Louis David, Los lictores le llevan a Brutus los cuerpos de sus hijos, 1789, óleo sobre lienzo, 323x422cm, Museo del Louvre


NB: si va a ver la exposición no olvide ir, a pesar del gentío, al ala Denon en donde están los tres grandes lienzos inamovibles, Consagración de Napoleon (con un espejo inmenso en la pared de enfrente, trampa para selfis), Leonidas en las Termópilas y Brutus


portada : David, Autorretrato, 1791, óleo sobre lienzo, 64x53cm, Florencia, Galería de los Uffizi


Complemento del 9 de diciembre: en lugar del pesado catálogo, se puede leer el bonito texto de Alain Jouffroy, Aimer David -Apreciar a David- ediciones Atelier contemporain, 2021 (el texto data de 1989), con prefacio de Renaud Ego. Jouffroy insiste sobre la faceta revolucionaria de David y hace un paralelo con Sade (quien al igual que él glorifica a Marat y a Le Peletier, en un discurso elocuente ante la Sección de las Picas, que figura en anexo) para vincularlos en una estética de la violencia y del terror, un teatro de la crueldad. Se esfuerza para arrancarlo de los prejuicios sobre su neoclasicismo y mostrar su radicalidad y su papel fundador de la modernidad (y de lo que él denomina la nueva pintura de historia, de Guernica a Erro). De tal forma, Bara muerto, un joven cuerpo desnudo hermafrodita, la lucha contra la inmovilidad de la tradición, la dimensión autobiográfica de Brutus (el padre de David murió en un duelo), la mujer de túnica roja en el segundo plano de las Sabinas, de manos cruzadas sobre la frente y mirada trágica: cantidad de capítulos comprometidos del libro quien por otro lado, precisa numerosos puntos de historia, por ejemplo el papel de David durante el Terror, su negativa para volver a Francia bajo la Restauración, o la destrucción (el asesinato, escribe) del cuadro de Le Peletier. Una frase de Jouffroy que resume bien a David: «Pero si hablamos del academismo de David como de algo evidente, me permito resaltar que ello atañería una academia bien extraña: la de los utopistas, que prefieren las revoluciones que volver a la casilla de salida...» (pág.177) Y concluye: «Lo que elige [David] prueba que la libertad se sigue reinventando. Que en cualquier momento se puede apagar. Como la pintura.» (pág.181). Recibido en servicio de prensa.





mardi 2 décembre 2025

De la fotografía neoanáloga


1 de diciembre de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)





Le Collège International de la Photographie -Colegio Internacional de la Fotografía-, creado en 2018, publica el primer número de sus Cuadernos, dedicado a la fotografía neoanalógica, que su director Michel Poivert define, en un largo ensayo revelador (traducido al inglés en un folleto separado), como la forma de superar la fotografía actual, traspasando la digitalización hacia prácticas que sobrepasan la experimentación del siglo pasado; toma la forma de un movimiento contracultural con la voluntad de emanciparse del sistema cerrado además del aparato. Se trata (por fin) de insistir más en la materia fotográfica que en la representación de la imagen: uno de los aspectos para focalizar la reflexión fotográfica, a gran distancia de la pretendida foto plástica, que ha encontrado, bajo diferentes nombres desde hace diez años, numerosos vectores, tanto en teoría (ver mi libro) como en exposiciones (también en la BnF).

Una entrevista muy interesante con el galerista Thierry Bigaignon a la vanguardia del movimiento, completa el ensayo. La entrevista va ilustrada con las imágenes del trabajo radical de Denis Malartre, de quien tuve el placer de escribir en una obra publicada con él. También hay una entrevista con un coleccionista, Patrice Galiana (quien, como yo, fue «curador» de la librería de la galería), en una suerte de manifiesto de tiradores, con bonito diseño. 

La revista presenta también a muchos artistas quienes de una u otra manera tienen su lugar en este nuevo movimiento: en este momento hay una exposición en Montreuil sobre el mismo tema, con nombres que conocemos: Sylvie Bonnot, Laurent Lafolie, Laure Tiberghien o Dune Varela, también un trabajo específico del apasionante Hideyuki Ishibashi (tiene un múltiple con encarte en la revista), una búsqueda interesante sobre las formas de Valia Russo y el replanteamiento, bastante creativo, de unos doce alumnos de la Escuela Duperré sobre los fantasmas de la casa de Daguerre (y también, menos convincente, el «conglomerado de formas» bastante confuso de William Basseux, en cambio la exploración ártica de Hélène Gaudy cuyo libro sobre las fotografías que encontraron de milagro, es muy interesante). 


Recibido en servicio de prensa : difusión les presses du réel