jeudi 28 mai 2015

Berardo : colección bajo tensión

20 de mayo de 2015, por Lunettes Rouges


(original en francés, aquí)




La forma como se instalan las colecciones, ya sean públicas o privadas, es en general terriblemente previsible : lo hacen muy bien, con una línea directiva enunciada claramente pero ideológicamente algo ininteligible, con un equilibrio exacto entre las obras, un recorrido bien marcado, inteligentemente neutro, y sin sorpresas ni emociones; en realidad uno se aburre un poco y aprende un montón. La colección Berardo no fue una excepción : obras en general sobresalientes, muy buena organización temática, explicaciones densas e inteligentes, y la sensación de volver a ver nuestros cursos de arte contemporáneo con interés, pero de forma estudiosa, muy muy estudiosa.



Marc Chagall, Panel de escenario para La Flauta mágica de Mozart, 1965, técnica mixta, 13.5x23.5m, foto de  David Rato




Y luego algo pasó : el coleccionista en persona, de personalidad encantadora, original y algo imprevisible (si es que es posible juzgar después de haber pasado dos horas con él) -y que además se preocupa por el lugar en donde pondrá su colección en el futuro- decidió por primera vez darse gusto no solamente coleccionando sino colgando los cuadros él mismo, en lugar de sus respetables directores, en cuatro salas del museo (el resto quedó idéntico), sin preocuparse por ningún tema, por ninguna lección, por ningún didactisismo, para poner juntas obras sacadas de las reservas que se muestran rara vez y que a él le fascinan (hasta el 29 de septiembre). Todo ello sería simplemente agradable, y revelador de su predilección por los grandes formatos, si al hacerlo no mostrara su capacidad para yuxtaponer de manera inesperada obras sin mucho que ver entre ellas en general, y sobretodo, demostrar frente a los figurones y a los doctos que un museo debe ser ante todo un lugar placentero.




Frank Stella, Severambia, 1995, técnica  mixta sobre fibra de vidrio, 300x841x389cm




Estoy seguro de que se necesita cierto grado de audacia, de inconsciencia y de intrepidez para pasar por encima de las prácticas de Bourriaud y Pacquement y poner en la misma sala una especie de monstruo firmado por Franck Stella, cuya base de más de 8 metros de largo, por el suelo, es rígida y rectangular, pero por encima se eleva y se tuerce a 4 metros de altura como una ola viva que se deforma, ondea y nos sumerge en sus motivos orgánicos, de colores, a la vez opresivos y delicados, y un Chagall de 23,5 metros de altura, elemento de un decorado pintado para una representación de la Flauta Mágica (cuya música nos acompaña, naturalmente, en nuestra contemplación) en el Lincoln Center en 1965; profusión de formas imprecisas, flotantes, borrosas, con piedras semipreciosas cocidas en el lienzo. Y lo más extraordinario es que
¡ funciona ! y la sensación de admiración algo atemorizadora, la percepción profunda, casi animal, que va más allá de la razón, genera una emoción incomprensible que desafía el análisis y que es totalmente real.




Pedro Cabrita Reis, The Grid, 2006, acrílica sobre madera, 540x630cm; Pedro Cabrita Reis, Compund Group 13, 14 et 15, 2007, acero; Jörg Immendorf, Anbetung des Inhalts, 1985, óleo sobre lienzo, 285x330cm




Igualmente, quien se atrevería a enfrentar la brutalidad metálica de un Pedro Cabrita Reis, en lienzo y escultura, con la desmesura radical y bestial de los expresionistas alemanes contemporáneos, Penck, Baselitz e Immendorf, añadiendo para no quedarse corto, a Schnabel y Basquiat ? Ningún conservador sensato encontraría la más mínima justificación intelectual para tal yuxtaposición que solamente pueden digerir las tripas de un coleccionista propenso al sentimiento y a la irracionalidad. Poner en obra esta tensión entre dos obras necesita algo más que inteligencia pura, necesita pasión, lo que es bastante raro.





George Segal, Flesh Nude behind Brown Door, 1978, yeso pintado, madera y metal, 244x152x102cm




En otro lugar, una especie de pareja de plomo de Gormley y un hombre desdoblado de Quinn dialogan con los neoclásicos italianos, Clemente, Paladino y Cucchi. En el vestíbulo, una mujer desnuda de Segal nos invita a entrar, allí, un Monory inquietante y un muy bonito Lichtenstein. Recorrido verdaderamente placentero.




La Noche de los  Asesinos, película de Jece Valadao, 1976, cartel de Angel Facio, Os comicos, Lisbonne



El museo muestra también la colección de carteles de todo estilo, del artista portugués Ernesto de Sousa. Los afiches están de moda en Lisboa, Culturgest expone algunos también. Podemos ver aquí  La Nouvelle Vague y Mayo del 68, también la Revolución de los Claveles, los Black Panthers y toda una época del arte, del teatro y del cine portugués.


Fotos 1 & 2 cortesía del Museo. Fotos 3, 4  5 del autor. Chagall, Stella y Segal están representados por  l'ADAGP, las reproducciones de sus obras saldrán del blog cuando termine la exposición.


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