lundi 3 novembre 2014

Los desertores de San Eustaquio

3 de novembre de 2014, por Lunettes Rouges


(original en francés aquí)


Stéphanie Solinas, Déserteurs, 2014

Si, por casualidad, el domingo asistió a la misa de muertos en la iglesia de San Eustaquio, puede que mientras que usted escuchaba la misa con recogimiento haya sentido como unas miradas ciegas a su espalda, no una presencia verdadera, mas bien un misterio. Si se atrevió a voltearse, extrayéndose de la celebración, se encontró frente a una pared temporalmente oblicua, en biés, en donde están alineadas fotografías de lápidas. Al examinarlas (seguramente después de la misa), se habrá dado cuenta de que todas mostraban una ausencia, un retrato del difunto ausente, borrado, faltante. Y al darle la vuelta a la pared habrá podido leer el siguiente texto :


Stéphanie Solinas, Déserteurs, 2014

"Desertores es un relato que se muestra en París, en cuatro lugares, en cuatro tiempos. Seguir el recorrido que Stéphanie Solinas nos ha preparado para este Mes de la Fotografía, nos ha llevado a descubrir cuatro facetas de su proyecto, cuatro capítulos de esta obra-libro : un contenido en la vitrina de la Sociedad Francesa de Fotografía (SFP), que cerró el 30 de octubre, un prólogo in situ que acompaña a la artista en visita guiada del cementerio Père-Lachaise (que tuvo lugar el 19 de octubre), el cuerpo del relato en la Iglesia San Eustaquio (hasta el 17 de noviembre), y el 6 de noviembre, un suplemento poblado de ecos en la Biblioteca Kandinsky del Centro Pompidou; para completar el recorrido queda el libro. Un recorrido lineal pero que permite también que retrocedamos, el pasante del Père-Lachaise que ha podido volver a la SFP o el auditor del Centro Pompidou que ha escogido dejarse llevar luego hasta San Eustaquio. 


Stéphanie Solinas, Déserteurs, 2014

Se trata de un proyecto singular : yendo y viniendo durante años por los callejones del Père-Lachaise, Stephanie Solinas apuntó metódica y pacientemente, entre las sesenta mil sepulturas, aquellas cuya foto de identidad del difunto había desaparecido o se había borrado por el paso del tiempo. Son exactamente trescientas setenta y nueve : de algunas sólo quedan huellas de yeso y de pegante después de que se cayera el medallón fotográfico; en otras, sobre la fotografía solamente queda la forma de un rostro, los rasgos se volvieron irreconocibles; otras son sólo formas fantasmagóricas en las que se puede adivinar únicamente el alma del difunto, flotando como un ectoplasma espíritu luminoso. 


Stéphanie Solinas, Desertores, 2014

De cada una de esas tumbas huérfanas, Stephanie Solinas tomó una fotografía en la que escribió -en braille para que la lectura sea menos directa- no el nombre del difunto sino las coordenadas de su tumba, longitud y latitud. Acompañadas de representaciones visuales y literarias fúnebres, las fotografías una vez amontonadas pueden formar también una lápida.  


Stéphanie Solinas, Desertores, 2014

La artista puso su proyecto bajo el auspicio de tres figuras tutelares,tres "Centinelas": Valentin Haüy (1745-1822) primer maestro para ciegos, Félix Tournachon llamado Nadar (1820-1910), fotógrafo retratista conocido, y Alphonse Bertillon (1853-1914), inventor de la ficha antropométrica y normalizador de la fotografía de identidad. 


Stéphanie Solinas, Déserteurs, 2014

Es un proyecto singular, primero por su forma serial : Stéphanie  Solinas, laboriosa hasta lo absurdo, operó durante meses un censo sistemático y maniático, un inventario exhaustivo y minucioso de las lápidas, luego una codificación clasificada, estandarizada, precisa, sin dejarle nada al azar ni a la aproximación. Como en sus obras anteriores (sobre todo aquella sobre Dominique Lambert), la búsqueda de congruencia entre identidad e imagen llegó a ser imposible y vana : ya no hay referencia visual, ningún parecido especular, ningún acceso a la identidad visual del difunto.


Stéphanie Solinas, Desertores, 2014

El lugar también contribuye a la singularidad del proyecto : más allá de la obsesión funeraria de los enamorados del Père-Lachaise, nos encontramos en la intersección de dos sistemas, temporal y espiritual, el Estado y la Iglesia cuyas normas allí se superponen. Y la artista nos invita a revivir la memoria de esos muertos sin rostro : cada cual puede apropiarse el protocolo que le han regalado, buscar un traductor de braille, poner las coordenadas así descifradas en el GPS y dirigirse hacia la tumba para descubrir la identidad de uno de esos difuntos y así nombrarlo para sacarlo de ese olvido que devora todo lo que no tiene imagen y que por lo tanto "nunca fue". 


Stéphanie Solinas, Desertores, 2014

Como escribía Michel Poivert en su presentación de la primera exposición de los Desertores en Marsella en abril de 2013 : "Se trata de nuevo de llevar a cabo el inventario de las almas : "Desertores clausura el ciclo infernal de la identidad. Creyendo sobrevivir a través del retrato sellado a la lápida de su tumba, numerosos son los difuntos que pierden su último rostro. La artista fotografía esta desaparición definitiva como una galería de retratos faltantes".

  
Stéphanie Solinas, Desertores, 2014

Muy singular también el despliegue del relato en París, alrededor de ese proyecto que sigue también una lógica discreta, subyacente, pero que lo estructura fuertemente. En efecto, Stéphanie Solinas construyó la exposición según una lógica triangular, triángulos cartográficos que no son totalmente isósceles, que conectan entre ellos lugares que se corresponden : triángulo de tumbas y sus tres "Centinelas" en el Père Lachaise, triángulo de sus "esculturas" instaladas en la iglesia San-Eustaquio, y al final triángulo entre el cementerio, la SFP, y por homotecia, un punto que es la Capilla de la Sorbona (y para completar, una secante de ese triángulo parisino une el Père-Lachaise a San-Eustaquio pasando por el Centro Pompidou). Las coincidencias nacidas de este espíritu de geometría evocan la geodesia, el meridiano de los Cassini y la triangulación del territorio y también un juego de correspondencias secretas y disparatadas como un código secreto para descifrar. Es así que a los lados de los "Centinelas" aparecen dos "Inesperados", el cardenal de Richelieu y Juan de la Fontaine, que la artista conecta con esos lugares, iglesia de presuntos bautizos o funerales, calle homónima, tumba vacía en la Capilla de la Sorbona o Cenotafio engañoso en el Père Lachaise : confrontada a esas historias la artista genera esas geométricas cartográficas algo esotéricas y poéticamente embellecidas con dos citaciones, Richelieu abogando por la desconfianza (hay que dormir como el león sin cerrar los ojos [que hay que tener abiertos continuamente para prevenir los mínimos inconvenientes que puedan ocurrir]") y la Fontaine la sagacidad y la prudencia ("En toda cosa hay que considerar el fin"). 

Así es que procede el talento de Stéphanie Solinas, construyendo formas obsesionantes de recolección sistemática recogiendo epitafios y citaciones al azar de los recorridos imprevisibles de su pensamiento, jugando con correspondencias escondidas y declinaciones desviadas, y cuestionando incansablemente el estatuto de la imagen y su relación con la identidad : después de sus obras anteriores en donde nos confrontaba a un exceso de fotografías a la bertillón y a la construcción protocolaria del retrato de los Dominique Lambert, aquí nos pone frente a la ausencia de imagen, a la imagen borrada, y al efecto trágico de esa desaparición sobre la identidad". 


Deambulando luego por la iglesia habrá entendido que el oblicuo de la pared donde se exponían las fotografías no era casualidad sino que dibujaba un triángulo del que había que descubrir los ángulos aquí y allí en la iglesia, al desplazarse según el esquema impuesto por la artista. Y si satisfecho de esos descubrimientos visuales se sintió entonces atraído por la verticalidad de la nave, solamente pudo, enfrentado al tiempo que pasa, volver a sus meditaciones iniciales del día de los muertos. 



Este artículo viene de un texto escrito para acompañar las exposiciones de Stéphanie Solinas y adaptado para el blog. Por otro lado, el autor debe precisar que a pesar de ser tesorero de la SFP, no interviene para nada en la programación de las exposiciones de la Vitrina de la misma.

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